domingo, 1 de diciembre de 2013

la ciudad era de oro puro.

 Juan, un discípulo de Cristo, escribió lo que había visto: "Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. Y su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal. Tenía un muro grande y alto con doce puertas; y en las puertas, doce ángeles. El material de su muro era de jaspe; pero la ciudad era de oro puro, semejante al vidrio limpio (Apocalipsis 21:1, 11-12).

En el cielo no será necesaria la luz del sol ni de la luna, porque la gloria de Dios dará una luz brillante. No habrá lágrimas ni dolor en el cielo. Nuestros cuerpos serán transformados, no habrá más sufrimiento, sino que nos moveremos poderosamente siguiendo las direcciones de Dios, porque en el cielo cantaremos alabanzas a Dios. Los ángeles se regocijarán cuando los santos se junten para inclinarse delante de Dios. Cualquier corona o premio que recibamos lo pondremos a los pies de Jesús, porque Cristo es digno de recibir toda la honra y la gloria por siempre. Existe el Cielo? Sí

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